El día que se perdió el amor, de Javier Castillo




A las doce de la mañana del 14 de diciembre, una joven llena de magulladuras se presenta desnuda en las instalaciones del FBI de Nueva York con varias notas amarillentas en la mano. El inspector Bowring, jefe de la Unidad de Criminología, intentará descubrir qué oculta la joven y su conexión con otro caso, el de una mujer que aparece decapitada horas más tarde y cuyo nombre coincide con el que estaba escrito en una de las notas. A medida que avance en la investigación se dará cuenta de que este caso abre antiguas heridas difíciles de cicatrizar.


Después de lo que me encantó la primera parte de la historia “El día que se perdió la cordura”, estaba ansiosa por saber qué depararía el segundo libro, a la vez que con miedo de que las expectativas tan altas que llevaba acabasen por los suelos. Pero nada más lejos. “El día que se perdió el amor” mantiene la calidad de su predecesora, y acaba siendo prácticamente tan atrapante como ella. Quizá en esta novela se han prescindido de los plot twist tan habituales en la anterior, pero lo ha compensado con una interiorización más profunda de los personajes que ya conocíamos. Además, no se puede hacer un mejor final para una historia tan buena como esta. Brillante y emocionante.

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