El hombre en el castillo, de Philip K. Dick



“El Hombre en el Castillo nos sumerge en un mundo alternativo en el cual el Eje ha derrotado a los Aliados en la segunda guerra mundial y los Estados Unidos han sido invadidos y divididos entre los vencedores. Mientras los nazis se han anexionado la costa atlántica, donde han instaurado un régimen de terror, la costa pacífica permanece en manos japonesas. En esta América invadida, los nativos son ciudadanos de segunda clase a pesar de que su cultura es admirada por los vencedores, hasta el punto de que uno de los mejores negocios es la venta de auténticas antigüedades americanas, como relojes de Mickey Mouse o chapas de Coca-Cola”.

Quise leer este libro principalmente porque los primeros capítulos de la serie basada en él me cautivaron. Así que lo empecé con unas expectativas quizá demasiado elevadas, pero qué se le va a hacer cuando el argumento es tan sugerente y la serie lo mejora. Pero, sinceramente, me llevé un chasco con él. Todo el desarrollo de la historia pinta muy bien, promete un final apoteósico (ya que en dicho desarrollo tampoco es que haya una acción demasiado espectacular), es más, se disponen todos los elementos para acabar magistralmente. Sin embargo, cuando llegas al final solo puedes decir “¿Tanto para esto?”. El desenlace es decepcionante, no resuelve absolutamente nada de lo que se planteó con anterioridad y no, no se podría denominar ni final abierto. Parece como si al autor no se le hubiese ocurrido cómo terminar y optase por la forma más cutre que se le ocurrió.

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