Los besos en el pan, de Almudena Grandes

Los besos en el pan” cuenta, de manera sutil y conmovedora, cómo transcurre la vida de una familia que vuelve de vacaciones decidida a que su rutina no cambie, pero también la de un recién divorciado al que se oye sollozar tras un tabique, la de una abuela que pone el árbol de Navidad antes de tiempo para animar a los suyos, la de una mujer que decide reinventarse y volver al campo para vivir de las tierras que alimentaron a sus antepasados… En la peluquería, en el bar, en las oficinas o en el centro de salud, muchos vecinos, protagonistas de esta delicada novela coral, vivirán momentos agridulces de una solidaridad inesperada, de indignación y de rabia, pero también de ternura y tesón. Y aprenderán por qué sus abuelos les enseñaron, cuando eran niños, a besar el pan. A primera vista parecía un libro más, nada que pudiese destacar por encima de otros con argumentos más jugosos. También parecía un drama más sobre la adversidad, uno de tantos. Pero “Los besos en el pan”, a pesar de que, efectivamente, es un drama sobre las adversidades a las que se enfrentan varios individuos en las épocas más duras de la crisis económica de España, no peca de la victimización y de intentar lágrimas a los lectores. Sí, cuenta situaciones duras, pero lo hace desde una aparente objetividad y, al mismo tiempo, desde la simpatía. Grandes se desprende de cualquier artificio literario y habla de tú a tú, como si tu vecina te relatase las situaciones en la puerta del portal de casa. Esa simpatía y simplicidad posiblemente sean lo que le otorga a este libro la magia que posee, el deseo de seguir leyendo capítulo a capítulo. Además, cualquiera se puede sentir identificado, porque presenta ambientes que todos nosotros hemos vivido o hemos observado (deterioro de la Sanidad Pública, desahucios, despidos…). Pero, personalmente, lo que más me ha gustado a mí, es la crítica social que aparece en cada historia y por la que ya merece la pena leerse el libro.

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